Reunidos, más los recursos listos, comenzamos. Espectantes, ansiosos de resultado.
La primera técnica fue transferir una carta, rechazando a Warhol, dispuestas en desorden, repetidas veces.
Diluyente, presión, y cada letra se imprimía a la inversa del original, graficando el lienzo de papel amarillento escojido, para luego ser arrancado a pedazos por todos, en un acto neurótico pero frío, siempre enmarcados en un límite para no destruirlo todo.
Probamos el timbre, funcionaba perfecto, 10 letras de cartón madera, individuales, formaban sobre un soporte largo,"THE FACTORY", rápidamente saturado de pintura y cuidadosos ubicándolo cada vez, pensando el lugar, dirección e intensidad deseada, esta vez incorporando rojo en lugares específicos.
Al ver el trupán vertical, nadie tenía palabras, era simplemente maravilloso.
Finalizamos el día pintando el stencil de revólver, y dejamos en duda poner uno más, hasta no tener pintado el rostro de Warhol.
Concluíamos temporalmente y creo que en cada uno existía placer enorme, para mí un recreo visual, me iba con sonrisa estúpida.